viernes, abril 07, 2006

Dolores terceros

Estos últimos días pensaba en las consecuencias de los actos personales. Meditaba acerca de que un sola acción puede generar efectos de los que, quizás, uno nunca se entere. La cuestión concreta es que me contaron sobre las secuelas que tuvo una imprudencia de mi parte y el sufrimiento que está causando. No es este el lugar para contar pormenores del asunto, sólo me limitaré a decir que ese acto provocó situaciones que nunca hubiera deseado.
A veces pienso que si después de esta vida no hay nada, entonces, me dedicaría a ser todo lo mala que pudiera. Pero creo que el sufrimiento de aquellos a quienes uno afecta conciente o inconcientemente fundamenta ser una buena persona, al margen de que todos terminemos debajo de la tierra devorados por gusanos y hongos.
Tanto me parece importante el dolor de terceros que, incluso, actualmente no me siento merecedora de nada bueno, sino al contrario, creo justo que me sucedan, de hecho, las cosas que me pasan. Y no es que lo viva como un castigo, no, sino simplemente como una justicia, un azar inteligente que la naturaleza se encarga de dirigir. Sé que esta sensación me durará poco, los sentimientos y emociones suelen ser efímeros… tal vez, por eso, esté escribiendo esto… para recordarlo cuando próximamente, aunque haya hecho los propósitos correspondientes, vuelva a cometer otras o las mismas imprudencias.