Fin de semana
Este fin de semana me compré el libro “Amor líquido” de Zygmun Bauman. No leí más que unas páginas del comienzo, pero creo que este sociólogo polaco me cae bien. Quizás, el contexto de mi fin de semana no haya sido el más adecuado para comenzar a leer un libro sobre la fragilidad de los vínculos humanos. Y no se refiere el autor a los vínculos de familia o de amistad, sino que trata sobre el amor de pareja, el llamado “eros”. Justamente, tal vez, la razón de mi adquisición haya sido la nueva desilusión que deberé incluir en mi lista de desengaños amorosos cuando haya podido terminar de digerir los hechos.
Suelo preguntarme en qué parte de mi vida anterior pude haberme equivocado. Y no me refiero a mi vida anterior como una reencarnación permanente, sino a los años que corren desde que nací hasta la actualidad. Específicamente, al período que se inició alrededor de los 15 años en adelante. En unos meses (unos cuantos) cumpliré 29. Me asombra que ciertos recuerdos puedan tener más de 10 años de vida en la memoria, de hecho, ayer caí en la cuenta de que mi sobrino ahijado cumplirá, unos días después que yo, su primera década. Él también tiene recuerdos.
Todavía tengo presente la sensación que experimenté cuando iba a cumplir 10 años. Reflexionaba acerca del concepto de década… Claro, porque una cosa es cumplir 7, 8 ó 9 años y otra muy distinta es cumplir una década. El año que viene cumpliré mi tercera década. Cuando era chica solía pensar en este futuro como un período incierto lleno de sorpresas y buenas noticias. Una vez más, como en otras cuestiones, la vida sorprende. Y no porque se hayan producido cambios inesperados, sino, al contrario, porque esos cambios nunca llegaron, no los positivos, al menos.
Inesperadamente, Mechi se enfermó y todavía no sabemos a ciencia cierta la razón de sus alucinaciones y desvaríos. Inesperadamente también, dejamos de salir con el sujeto con el que salía. Al parecer, él no se sentía al “100%”… todavía intento comprender el asunto de los porcentajes y trato de descifrar el significado de “estar enloquecido”. Será que las mariposas en la panza siempre estuvieron proscriptas de mi personalidad. Me da pena porque estaba enganchada y ahora no está más. Y ahora, hay que volver a empezar.
¡Qué idea ingenua la del progreso indefinido! ¿Quién dijo que mañana será mejor? Mi abuelo solía repetir esta frase frente a cualquier saludo amistoso del tipo “¿cómo está?”, “mejor que mañana”, decía… Y aunque el concepto es del todo negativo, no lo veo demasiado errado. Siempre se puede estar peor, cuando creemos que no podremos tolerar un dolor, siempre lo terminamos tolerando. Cuando estamos convencidos de que dejaremos respirar frente a ciertos hechos, nos sorprendemos respirando, comiendo y yendo a trabajar. ¿El umbral del dolor humano? Infinito. Ya lo dijo Andrés Calamaro “no se puede vivir del amor”.
Suelo preguntarme en qué parte de mi vida anterior pude haberme equivocado. Y no me refiero a mi vida anterior como una reencarnación permanente, sino a los años que corren desde que nací hasta la actualidad. Específicamente, al período que se inició alrededor de los 15 años en adelante. En unos meses (unos cuantos) cumpliré 29. Me asombra que ciertos recuerdos puedan tener más de 10 años de vida en la memoria, de hecho, ayer caí en la cuenta de que mi sobrino ahijado cumplirá, unos días después que yo, su primera década. Él también tiene recuerdos.
Todavía tengo presente la sensación que experimenté cuando iba a cumplir 10 años. Reflexionaba acerca del concepto de década… Claro, porque una cosa es cumplir 7, 8 ó 9 años y otra muy distinta es cumplir una década. El año que viene cumpliré mi tercera década. Cuando era chica solía pensar en este futuro como un período incierto lleno de sorpresas y buenas noticias. Una vez más, como en otras cuestiones, la vida sorprende. Y no porque se hayan producido cambios inesperados, sino, al contrario, porque esos cambios nunca llegaron, no los positivos, al menos.
Inesperadamente, Mechi se enfermó y todavía no sabemos a ciencia cierta la razón de sus alucinaciones y desvaríos. Inesperadamente también, dejamos de salir con el sujeto con el que salía. Al parecer, él no se sentía al “100%”… todavía intento comprender el asunto de los porcentajes y trato de descifrar el significado de “estar enloquecido”. Será que las mariposas en la panza siempre estuvieron proscriptas de mi personalidad. Me da pena porque estaba enganchada y ahora no está más. Y ahora, hay que volver a empezar.
¡Qué idea ingenua la del progreso indefinido! ¿Quién dijo que mañana será mejor? Mi abuelo solía repetir esta frase frente a cualquier saludo amistoso del tipo “¿cómo está?”, “mejor que mañana”, decía… Y aunque el concepto es del todo negativo, no lo veo demasiado errado. Siempre se puede estar peor, cuando creemos que no podremos tolerar un dolor, siempre lo terminamos tolerando. Cuando estamos convencidos de que dejaremos respirar frente a ciertos hechos, nos sorprendemos respirando, comiendo y yendo a trabajar. ¿El umbral del dolor humano? Infinito. Ya lo dijo Andrés Calamaro “no se puede vivir del amor”.
1 Comments:
Nunca me gustó esa canción de Calamaro. Pero ahora que lo pienso, quizás tenga razón...
...porque he escuchado que el verdadero amor es "morir"...
...aunque, ¡la pucha que no es fácil!
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