viernes, agosto 12, 2005

Esperar

De Julián Marías

EL hombre es proyectivo, futurizo, orientado hacia el futuro. Esto quiere decir que su vida consiste fundamentalmente en esperar. Esperar, ¿qué? Seguir, seguir viviendo, imaginando quién se quiere ser, quién se pretende ser. ¿Hasta cuándo? La vida tiene un término, la muerte; el hombre sabe que tiene que morir, pero esto en el fondo le parece inverosímil, inaceptable. La pretensión de perduración indefinida, de inmortalidad, es universal en distintos grados y en diversas formas. Es lo común a todas las religiones, en una forma o en otra, porque si el hombre se acaba, se extingue, la religión carece de sentido. Por eso me parece una refinada crueldad el intento de despojar de la esperanza a las personas, principalmente a aquellas que apenas pueden esperar nada en este mundo. Viejos, solitarios, enfermos, pobres, con defectos que entorpecen la vida, tienen tal vez la esperanza de seguir viviendo mejor, de un modo vividero, acaso incomparablemente superior a lo que han conocido. Y los que han gozado o gozan de una vida relativamente satisfactoria, cuyo valor conocen, en un mundo sustancialmente bueno, con personas amadas, aspiran a la continuidad de todo eso, a su incremento y perfección. Siempre ha habido algunas personas que han desesperado, que han sentido la zozobra de la posible extinción. Han dudado, han desconfiado de la posibilidad de seguir viviendo siempre, y esta falta de esperanza ha minado su fe. «La fe es la sustancia de las cosas que se esperan, el argumento de las que no aparecen». Esas personas han lamentado su desesperanza, han intentado combatirla, en todo caso han procurado no comunicarla a otros, incluso han velado por mantenerla y sostenerla entre los demás. Un ejemplo de ello es la admirable novela de Unamuno «San Manuel Bueno, mártir», en que el sacerdote don Manuel, que no acaba de esperar, deja que los fieles recen por él el Credo, y al llegar a «la resurrección de la carne y la vida perdurable» deja que los demás cubran su silencio, «y era que él se callaba».

1 Comments:

Blogger Juan Ignacio said...

Del libro "La Felicidad Humana", si no fallo.
Saludos.

12:17 p. m.  

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